Pilates nació como un método de rehabilitación y hoy es un sistema global de bienestar con historia, técnica y evolución constante.
El recorrido del Pilates, desde su origen en los campos de internamiento de la Primera Guerra hasta su presencia global en estudios y plataformas digitales, es mucho más que una evolución técnica: es la historia de una filosofía de movimiento que se mantuvo viva gracias a su capacidad de adaptación y profundidad.
El legado de Joseph Pilates no se limita a una serie de ejercicios. Lo que perdura es su visión: movernos con conciencia, entrenar el cuerpo como una unidad integrada y construir salud desde la conexión interna. A lo largo de las décadas, el método ha demostrado ser versátil, accesible y eficaz, tanto para mejorar el rendimiento como para sanar o simplemente habitar mejor el cuerpo que tenemos.
En Crossfy Blog ya te dimos ideas para tu perfil de Instagram de Pilates, te contamos qué colores tienen que estar presente en tu espacio de fitness, y también analizamos los distintos tipos de yoga que hay, entre otros artículos que te van a ayudar a seguir creciendo con tu negocio. Hoy, queremos que conozcas los inicios del Pilates. ¡Empecemos!
¿Cómo empezó el Pilates?
El método Pilates nació de una historia profundamente humana: la de un niño débil y enfermizo que transformó sus limitaciones en una filosofía de movimiento. Joseph Hubertus Pilates nació en Alemania en 1883. Desde pequeño, padeció asma, raquitismo y fiebre reumática, lo que lo motivó a estudiar anatomía y fortalecer su cuerpo a través del ejercicio. Fue un autodidacta apasionado que absorbió conocimientos del yoga, la gimnasia, la meditación, las artes marciales y los métodos de entrenamiento de su época.
Durante la Primera Guerra Mundial, mientras estuvo internado en un campo de concentración británico por ser ciudadano alemán, empezó a desarrollar su propio sistema de entrenamiento. Enseñaba a otros prisioneros a moverse con control, respiración consciente y precisión. Incluso adaptó resortes de camas para crear dispositivos de rehabilitación rudimentarios, una idea que más tarde evolucionaría en los aparatos clásicos del método, como el reformer y el cadillac.
Al finalizar la guerra, Joseph continuó perfeccionando su técnica y finalmente emigró a Estados Unidos en 1926. En Nueva York fundó junto a su esposa Clara el primer estudio de Pilates, ubicado en el mismo edificio que varias escuelas de danza. Esto hizo que bailarines profesionales como George Balanchine o Martha Graham adoptaran el método para mejorar la fuerza, el control y la recuperación de lesiones. Sin saberlo, Pilates estaba dando forma a un sistema que iba mucho más allá del fitness: estaba cultivando una forma de conciencia corporal.
Desde sus inicios, el enfoque de Joseph Pilates combinó salud física, equilibrio mental y control consciente. Llamó a su método “Contrología”, haciendo énfasis en la conexión entre mente y cuerpo. Su premisa era clara: moverse con intención, no por repetición automática. Ese espíritu original es lo que aún hoy distingue al Pilates de otras disciplinas, incluso habiendo pasado más de un siglo desde sus primeras prácticas en una cama de hospital improvisada.
La evolución del método: del estudio clásico al Pilates contemporáneo
Tras la muerte de Joseph Pilates en 1967, su legado quedó en manos de quienes entrenaron directamente con él: un grupo de discípulos que hoy se conoce como los “Elders”. Entre ellos, destacaron Romana Kryzanowska, Carola Trier, Kathy Grant y Ron Fletcher, quienes difundieron el método respetando su esencia, pero también adaptándolo según sus propios enfoques y contextos. Esta etapa marcó el inicio de la diversificación del Pilates.
El Pilates clásico —también llamado tradicional— se caracteriza por mantener fielmente los principios, secuencias y aparatos originales diseñados por Joseph. Quienes siguen esta línea buscan preservar su legado tal como él lo concibió: énfasis en la precisión, respiración y control. Sin embargo, a medida que el método se fue expandiendo por el mundo, surgieron nuevas interpretaciones más abiertas a la investigación y la integración con otras disciplinas.
Así nació el Pilates contemporáneo, que incorpora avances de la fisioterapia, el entrenamiento funcional, la biomecánica y la neurociencia del movimiento. Esta corriente adapta los ejercicios a distintos tipos de cuerpos, lesiones y objetivos, privilegiando la personalización por sobre la repetición rígida. Se introdujeron elementos nuevos como bandas elásticas, pelotas, foam rollers y se trabajó en conjunto con profesionales de la salud.
Otro factor clave en la evolución del método fue su adopción por bailarines, actores y atletas de alto rendimiento, quienes lo integraron a sus rutinas para prevenir lesiones, mejorar el rendimiento y recuperar la alineación corporal. El Pilates dejó de ser exclusivo de estudios especializados para volverse parte del lenguaje común del bienestar global.
En paralelo, su profesionalización creció. Hoy existen escuelas, certificaciones internacionales y normas que regulan la enseñanza del método. Esta expansión ayudó a instalar al Pilates como una disciplina reconocida, adaptable y científicamente respaldada. Así, de un pequeño estudio en Nueva York, el método se convirtió en un sistema con presencia mundial, capaz de transformarse sin perder su raíz: la conexión entre mente, cuerpo y movimiento consciente.
El Pilates hoy: bienestar, comunidad y tecnología en armonía
El método Pilates ha encontrado en el siglo XXI un nuevo impulso: se consolidó como una práctica integral de bienestar que combina movimiento consciente, prevención de lesiones y desarrollo personal. Ya no es una técnica reservada a bailarines o atletas, sino una disciplina accesible para todo tipo de personas, desde adultos mayores hasta deportistas de alto rendimiento, embarazadas o personas con patologías específicas.
En este contexto, han florecido los estudios boutique: espacios reducidos, cuidadosamente diseñados, con atención personalizada y foco en la experiencia del alumno. Estos lugares priorizan la calidad por sobre la cantidad, construyendo una comunidad que valora tanto el cuerpo como el vínculo con el instructor y el entorno. A su vez, la enseñanza online cobró fuerza, sobre todo luego de la pandemia, con clases por Zoom, plataformas on-demand y entrenamientos híbridos que permiten seguir practicando desde casa con seguridad y flexibilidad.
Otra tendencia creciente es el enfoque terapéutico del Pilates. Muchos estudios trabajan en conjunto con kinesiólogos y profesionales de la salud, aplicando el método para rehabilitación postural, recuperación de lesiones o acompañamiento en enfermedades crónicas. La mirada está puesta en la prevención, en el bienestar sostenido y en el empoderamiento del alumno sobre su propio cuerpo.
Hoy, el Pilates convive con avances científicos, herramientas tecnológicas y nuevas formas de enseñar. Pero su esencia sigue siendo la misma: compromiso, precisión y respeto por el proceso. Esa es su fortaleza. Ya sea en una clase presencial, en un estudio boutique o a través de una plataforma online, el método sigue transformando cuerpos y mentalidades con una profundidad que pocos sistemas de entrenamiento alcanzan.
Pilates no es una moda: es una forma de estar en el mundo. Y si el pasado nos mostró su potencia, el futuro nos invita a expandirla con visión, profesionalismo y conciencia. El momento de hacerlo es ahora.
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